Ella mira impávida la sombra, el mecer de los minutos cautivos. Y asiente, que remedio queda.... Bucea entre letras y no consigue emocionarse, las esdrújulas perdieron su empatía, los adjetivos empezaron a desvestirse. Y pensó en los poetas como péndulos de un solo movimiento. Pensó que las realidades son filmes en blanco y negro, en los que el protagonista besa flexionando la cabeza. Y pensó que la añoranza es la filigrana del olvido.
Y pensó tanto que ardió en llamas su pelo.
3 comentarios:
Hermosísimo.
Sonrío.
Y es que cuando las letras no consiguen emocionarte ha llegado la hora de arder.
Un abrazo
El lento fluir del tiempo quema la espera que genera. Y cuida tu pelo, por dios! :-))
Precioso, de verdad.
Salud,
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