Amarrado
a las faldas de mamá, despedaza los juguetes, permisiva lo
arrulla y lo calma.
Llora
el niño malo porque no consigue la luna, grita el niño malo,
porque no consigue la sonrisa del hada que ve desde la ventana.
El
niño dejó ayer de ser infante, y abraza al egoísmo para que
amarrado a su pelo le de el efímero soplo a su nostalgia, pero como
siempre, se le escapa.
Llora el niño malo.
Adulto
desprovisto de ternura, ingrato contante, vacía su alma.
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